El enorme incremento que ha experimentado la práctica deportiva en nuestros días ha aumentado de forma exponencial las lesiones traumáticas. La falta de un entrenamiento adecuado, el sobre entrenamiento, un calzado poco apropiado, la superficie sobre la que se practica y la edad son algunos de los factores que predisponen al padecimiento de alguna lesión durante el ejercicio.
Si hablamos del deportista de competición, el estrés al que somete su cuerpo condiciona la aparición de forma traumática o no, de diferentes lesiones en el sistema musculo esquelético.
En ambos casos, profesional y amateur, la lesión traumática coincide en un aspecto fundamental: el proceso inicial inflamatorio como medio para neutralizar la amenaza al sistema y como vehículo para la reparación y normalización funcional del segmento afectado por el proceso traumático.
En un estudio presentado en el Congreso Internacional de Medicina Deportiva, celebrado en la sede del COI en el año 2007, se mostraba la incidencia, en un grupo poblacional de atletas de alta competición, de lesiones agudas. Entre los resultados obtenidos llama la atención que casi un 40% de las lesiones detectadas, afectaban directamente al pie (contractura muscular, esguince, rotura fibrilar, fascitis, metatarsalgia…). La clínica de la lesión aguda se caracteriza por el dolor, inflamación e impotencia funcional como características iniciales de la lesión aguda no invasiva. Tras las medidas urgentes, conocidas por sus siglas en ingles RICE (reposo, hielo, elevación y compresión), sigue una adecuada valoración de la lesión, su diagnóstico certero y la instauración del tratamiento. Como eje guía de la evolución del proceso lesional debemos prestar especial atención al proceso inflamatorio.
Las terapias Biorreguladoras aportan una visión particular al contemplar la inflamación no como un proceso lesivo sino, más bien, una parte necesaria del proceso regenerador del tejido lesionado que necesita de la modulación para su buen término y cuya alteración en alguna de las fases de la cascada inflamatoria, implica la cronificación del proceso y la ausencia de remodelación estructural del tejido.
El medicamento TRAUMEEL, principal agente inmunomodulador del proceso inflamatorio, genera a través de la estimulación del TGF-β, el equilibrio entre la población linfocitaria responsable de las respuestas tipo inflamatorias y tipo sensibles gracias a la producción, según el modelo planteado por el Prof. Heine, de los denominados linfocitos Treguladores, lo que asegura la eficacia y eficiencia del proceso, cumpliendo no solo con su papel de “antiinflamatorio”, sino además permitiendo la recuperación estructural y funcional del segmento lesionado, siempre que no exista lesión previa o degenerativa, a niveles similares a los previos al traumatismo. El enorme valor añadido de este biomedicamento consiste en la seguridad terapéutica de uso, en la práctica ausencia de efectos secundarios, en su papel como antioxidante, presentando niveles semejantes de eficacia en la reducción del edema post traumático, el dolor o la recuperación funcional, según estudios publicados, a antiinflamatorios tradicionales como el ibuprofeno.
D. Fernando Ares